Un recorrido por el Circuito Turístico, Agroindustrial y Solidario del Valle del Cauca: Historias de crecimiento y unión comunitaria.
Desde lugares pacíficos que están rodeados de agricultura hasta viviendas comunitarias donde se organiza el futuro, el norte y el centro del Valle del Cauca están viviendo un cambio silencioso pero poderoso. En esta región se creó el Circuito Asociativo, Solidario, Agroindustrial y Turístico, que representa un esfuerzo conjunto por un modelo de crecimiento que valora lo local, la colaboración y el cuidado del entorno.

En total, un grupo de 36 organizaciones se ha reunido en torno a esta propuesta, organizada en cuatro redes principales: agricultura, transformación agroindustrial, comercio justo y conservación del medio ambiente.
Junto a la Unidad Solidaria y la Universidad del Tolima, estas redes tienen el doble objetivo de reforzar las economías locales y fomentar la creación de conexiones sociales, así como la defensa de los recursos naturales esenciales para la vida rural.
La Unidad Solidaria, con su experiencia en el fortalecimiento organizacional, se ha aliado con la Universidad del Tolima a través de su Centro de Estudios Regionales (CERE) para desarrollar la “Agenda de Asociatividad Solidaria para la Paz”. Esto ha dado lugar a una plataforma de colaboración colectiva que busca tratar necesidades reales y fomentar soluciones que emergen de las propias comunidades.
Mediante relatos, recorridos y experiencias compartidas, este relato recoge algunas voces que articulan el circuito: líderes que cultivan la organización, protegen el agua, promueven la economía solidaria y evidencian que la cohesión sigue siendo una de las herramientas más efectivas para el cambio.
Construyendo un futuro solidario: La visión de Somassco
En una calle tranquila de Palmira, justo frente a un sereno parque, nos aguardaba María Mercedes Ojeda Polanco. Con una actitud alegre y radiante, se mostró abierta a compartir su historia mientras nos recibía en el hogar de una de las aliadas de su organización, Somassco. Su voz cálida y acogedora contrastaba con la fuerza de su relato: una narración sobre personas que optaron por unirse con el propósito de cambiar su realidad mediante la economía solidaria.
“Nacimos en el año 2004, un grupo de personas que decidimos juntarnos para construir en colectivo para que nuestra calidad de vida mejore”. Desde ese momento, han brindado apoyo a numerosos emprendedores del sector informal a través de programas de capacitación, la creación de redes de apoyo y la promoción de un sistema de bancos mutuales.
Estos bancos operan como fondos comunes de ahorro y crédito que benefician a la comunidad vecinal. .”La economía solidaria es un motor muy importante en nuestro país. De hecho, la idea es organizarnos, organizar a todos estos emprendedores […] y poder ayudarlos a que cada uno vaya conformando lo que se llama los bancos mutuales […] para que el dinero circule”, explica Ojeda Polanco.
En un país donde el acceso a financiamiento es restringido para una gran parte de la población, esta metodología favorece la retención de recursos en la comunidad, permitiendo así que se canalicen hacia proyectos e iniciativas locales. Esta visión de unión y apoyo mutuo es uno de los pilares que sostienen el circuito.

Protegiendo la tierra y el agua: La misión de la Corporación Villa del Samán
Las historias que dan vida al Circuito son tan variadas como los propios territorios que lo conforman. Desde entidades que promueven la economía solidaria, hasta grupos dedicados a la conservación de nacimientos de agua, esta red de colaboración se sostiene gracias a sus cuatro redes interrelacionadas.
Somassco simboliza la esencia de una red económica basada en la solidaridad, mientras que la Corporación Villa del Samán refleja el fundamento ambiental que sostiene este circuito. El creador de la organización, Albeiro Montoya, se ha destacado como un ferviente defensor de los recursos naturales en la región del Valle del Cauca. A través de una llamada, expresa con firmeza los éxitos alcanzados por su organización, la cual colabora estrechamente con comunidades indígenas y afrodescendientes en la defensa de los ecosistemas agrohídricos de la zona.
“En el sector ambiental, nuestra organización ha desarrollado una notable fortaleza. Particularmente, en la cadena productiva del agua, hemos logrado avances significativos que nos distinguen” comenta Montoya. Para Albeiro, el trabajo en red no es una opción, sino una necesidad. Añade que estas organizaciones surgen en respuesta a investigaciones, necesidades o problemáticas identificadas en la gente, la comunidad, el entorno o la región.

Reviviendo los saberes ancestrales: el legado familiar de Historia y Café
Desde las tierras del centro del Valle nos trasladamos mentalmente al municipio de Ulloa, en la vereda El Bosque, donde la familia León guarda un tesoro entre cafetales y memorias: la finca La Zulita. Allí nace la Corporación Historia y Café, un proyecto familiar que ha hecho del turismo una excusa para rescatar las tradiciones, el valor del territorio y el legado de los abuelos.
Julieta Rivera, secretaria de la corporación, habla con firmeza pero con dulzura sobre la misión que los mueve: “Queremos potencializar los saberes ancestrales, que la gente vuelva a mirar hacia lo que nos enseñaron los abuelos, que sientan orgullo por su historia, por su tierra.” En paquetes turísticos cuidadosamente pensados, los visitantes aprenden a tostar su propio café, a cocinar fríjoles como los de antes, a recorrer senderos que cuentan historias con cada árbol. “Lo hermoso es que cada familia puede escoger su experiencia según lo que quiera revivir”, explica.
Sin embargo, reconoce que este tipo de iniciativas no avanzarían sin el impulso colectivo que representa el Circuito. “Yo trabajo con ciertas asociaciones y esa ha sido mi ejemplo, mi objetivo: que no caigan, que sigan adelante, que vean que sí sirve trabajar en red, que sí sirve trabajar en asociados. La gente tiene que asociarse para poder potencializar este cuento.” Su testimonio no solo refleja una convicción personal, sino que condensa la esencia misma del Circuito del Norte y Centro del Valle: una red de esfuerzos solidarios donde organizaciones distintas, desde diferentes municipios, se enlazan para sostenerse, fortalecerse y proyectar su territorio como una oferta viva y compartida. La asociatividad, más que una estrategia, se vuelve una herramienta de resistencia y de crecimiento común.
Creciendo juntos: una oportunidad para todos

Tres voces, tres historias distintas y un mismo latido: la firme creencia de que es factible edificar desde nuestras raíces, con dignidad, afecto y colaboración. El Circuito Turístico, Agroindustrial y Solidario del Norte y Centro del Valle del Cauca se presenta no como una entidad estática, sino como una dinámica red compuesta por individuos que han optado por confrontar la desigualdad a través de la creatividad, el compromiso y la memoria. No se trata simplemente de una colección de proyectos independientes; De hecho, es una red dinámica que se desarrolla a partir de sus cimientos.
Esta iniciativa se basa en la cooperación, el intercambio, el conocimiento y la relación profunda con la comunidad local. Su importancia es que cada unidad satisface las necesidades tangibles: lograr fondos, conservación de los recursos hídricos, solo comercio o pulso de capacidad de producción. Su fortaleza radica en la cooperación con las instituciones que apoyan, compañías que proponen ideas y redes que brindan apoyo.
El modelo refleja la viabilidad del desarrollo alternativo para el método de crecimiento tradicional. Estas nuevas formas de progreso ponen el respeto, la sostenibilidad y la autonomía de las comunidades locales a la vanguardia.
Lo que comenzó como un intento de colaborar se ha convertido en un modelo de desarrollo caracterizado por su enfoque humano. En este contexto, cada organización contribuye a su papel en la vitalidad integral y la red objetivo. El aislamiento estaba dominado antes, pero durante este tiempo, las redes sociales han tomado su lugar; Donde había antes del apoyo, la solidaridad ahora brillaba.
Desde la gestión del agua, promovida por Villa del Samán, hasta la promoción de bancos de la comunidad, cada iniciativa refleja el compromiso de respetar la sostenibilidad. También crea nuevas oportunidades: se promueve el turismo rural, se promueve el fortalecimiento productivo y se promueven métodos innovadores de comercio justo. La cadena del valle muestra que el crecimiento puede existir con la retención de las raíces que se pueden florecer sin causar destrucción y que el futuro puede crearse a través de un trabajo conjunto. Se impulsa el reforzamiento de la producción y se fomentan enfoques novedosos de comercio justo.
Este proceso, que apenas inicia, tiene el potencial de fortalecerse gracias a la participación activa de las comunidades. La colaboración efectiva entre la Unidad Solidaria y la Universidad del Tolima ha sido fundamental para establecer esta dirección conjunta. El Circuito Turístico Agroindustrial y Solidario se erige como una propuesta dinámica que promueve el desarrollo local, dando prioridad a las experiencias y aspiraciones de la comunidad.